Barraca de Pere Baqué |
Este conjunto de construcciones está relacionado con el cultivo de la vid que el siglo XVIII se extendió por las llanuras de Rellinars. En el siglo XIX, la creciente demanda de vino obligó a ocupar terrenos cada vez más marginales de relieves empinados y suelos magros. En este sentido, las paredes de roca permitían reutilizar las rocas extraídas del terreno para nivelar y drenar el bancal evitando el arrastre de tierra aguas abajo. Las barracas eran imprescindibles si tenemos en cuenta que los nuevos campos de vid estaban cada vez más lejos del pueblo o la masía donde residía el campesino, y que las tareas relacionadas con este cultivo requieren una atención constante: labrar o cavar más de una vez el año, podar, espampolar la vid, sulfatar, vendimiar ... Las barracas se convertían, pues, en almacenes para guardar las herramientas y en cobijos para evitar el rigor estival, los temporales o para comer durante las largas jornadas. Las condiciones térmicas y las chimeneas de muchas barracas nos lo confirman.