Rodeada de campos, viñas y espacios abiertos, la capilla románica de una sola nave y ábside semicircular está documentada desde finales del siglo X.
Su apariencia actual se debe a las obras de reconstrucción y reforma efectuadas en el siglo XVI, que afectaron a la fachada y comportaron la construcción de los edificios anexos para acoger ermitaños. Dispone de un campanario de espadaña situado transversalmente en la fachada y, como particularidad, la nave es extremadamente corta en relación al ábside con que cuenta. Este detalle hace pensar que, con toda probabilidad, las reformas llevadas a cabo tras el derrumbe del 1498, redujeron su longitud.